Tiempo de deponer el paro y volver a clases

6/05/2006
El movimiento de los estudiantes secundarios ha puesto sobre la mesa la necesidad de cambios profundos en la estructura de la educación en nuestro país. Sin perjuicio de lo anterior es el momento de deponer los paros y protestas. Se advierte una postura oportunista y descarada de la derecha al criticar que ellos mismos instauraron y se han negados a modificar. De esa actitud a la sedición puede haber una tenue frontera. Nuestra Presidenta ha decidido la aplicación de una serie de medidas. Desde luego hay que ver aspectos de fondo de la LOCE. Hay discrepancias desde luego. Por ello hay que debatir con constancia, sin exclusiones y, al mismo tiempo, profundidad.

Nos resulta igualmente importante que se respete el principio de gobierno en nuestro régimen presidencial de que los ministros deben asumir su responsabilidad política cuando su desempeño, por las circunstancias de que se trate, no haya estado a la altura. No cabe en lo anterior hacer un juicio de partido o facción. Ello sería un grave error. Es una atribución presidencial y desde esta modesta tribuna, sin perjuicio del derecho de opinión, respaldamos con toda la fuerza que nos asista.

El día de hoy en el Mercurio de Valparaíso se publicó un artículo del académico Agustín Squella que nos parece esclarecedor sobre la hipócrita actitud de la derecha en el conflicto estudiantil. El artículo es el siguiente:

“Aunque a algunos pueda no gustarles que les recuerden estas cosas, la hoy tan vapuleada LOCE (Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza) entró en vigencia el 10 de marzo de 1990, es decir, el último día del gobierno militar, o -si se lo prefiere- justo un día antes de que asumieran sus cargos el Presidente Aylwin y los diputados y senadores elegidos después de 17 años de receso obligado del Congreso Nacional. Se trató, en consecuencia, de una de las tantas leyes importantes que el gobierno militar se apresuró a dictar antes de su término, como una manera de impedir que su discusión y aprobación quedaran en manos de un congreso democráticamente elegido. Además, una ley de ese carácter requiere para su modificación un quórum especial de 4/7 de los parlamentarios en ejercicio, con lo cual cualquier cambio en la LOCE iba a necesitar tanto los votos de gobierno como los de oposición.

Fue la LOCE parte de eso que se ha dado en llamar "leyes de amarre", la principal de las cuales fueron ciertos capítulos de la propia Constitución de 1980, que requieren nada menos que 2/3 para ser modificados. Ello explica que las reformas más importantes a la Constitución hayan podido introducirse recién en 2005, y, todavía, a las puertas de una elecciones que la Alianza por Chile no quiso enfrentar bajo el peso de haber mirado largo tiempo para el lado a propósito de unas reformas que apuntaban a tener una democracia en forma y no esa de tipo protegida que consagró la Constitución del 80.

Así las cosas, no sólo por su origen, sino también por sus contenidos, es explicable que los estudiantes incluyan hoy entre sus demandas una revisión de la LOCE, con la finalidad de ponerla a tono con los desafíos que enfrenta hoy la educación chilena. Con todo, no hay que cifrar esperanzas desmedidas en la solución de los problemas por medio de la modificación de las leyes. Mientras la educación pública reciba $30.000 por alumno y la particular pagada invierta 10 veces esa suma, la inequidad en materia educacional va a prolongarse indefinidamente. Una situación que se agrava si se repara en que el medio material y cultural del que provienen esos alumnos en los que se invierten $30.000 es siempre más pobre que aquél al que pertenecen aquellos en los que se ponen $300.000 o más.

No quiero resultar mortificante, pero si la actual LOCE se aprobó durante un receso obligado del Congreso, es de esperar que los cambios que hoy es preciso hacerle no demoren más de la cuenta como efecto de los continuos e inexplicables recesos voluntarios de la actividad legislativa que decretan de tanto en tanto ambas cámaras.

En materia de educación superior la LOCE también está necesitada de cambios. Por ejemplo, en materia de participación estudiantil. También en el punto que se refiere a que las universidades, una vez conseguida su autonomía, no tienen otra limitación que las corazonadas de sus rectores para abrir y abrir carreras y multiplicar las sedes de sus casas centrales, que suben ya de 500 en todo el país. Y ni qué decir de la norma de la LOCE que declara instituciones sin fines de lucro a las universidades privadas, cuyos dueños, valiéndose de artilugios como inmobiliarias que arriendan locales a sus propias universidades en elevadísimas sumas, retiran mucho dinero de aquellas.

Se repite por todos, pero no por ello resulta menos cierto: la movilización estudiantil ha sido una oportunidad. Ahora no queda más que aprovecharla”.

Ha sido un comienzo tormentoso, donde las pulsaciones del cambio sociopolítico, han emergido repentinamente. El liderazgo de Michelle Bachelet, que nace de la conciencia de millones de personas y no de los partidos, tiene el inmenso desafío de hacer grandes cambios por el bien de Chile y su Pueblo, pero, al mismo tiempo, debe procurar con igual determinación que este sea conducido con responsabilidad y realismo. El descontrol de las peticiones y actos de los protesta solamente es funcional a los que precisamente no quieren otra cosa que nada cambie realmente.

Andrés, webmaster de Michellepresidente.cl
 
posted by Pink Point Chile at 6/05/2006 06:49:00 p. m., |

1 Comments:

Concuerdo contigo...
La cosa ya está al borde( o completamente) de desvirtuarse.
Lamentablemente la derecha aprovechará este tema por meses y meses, sin hacer un mea culpa al respecto, y permitir asi el verdadero crecimiento del país.