Generacion Pitillo ::: evolucion "Casi Gay" de Los Emos.
A primera vista verlos sentados y acariciándose da la sensación de que son tres divos ochenteros tremendamente estéticos que comparten una ideología. Son parte de la nueva generación de jóvenes desprejuiciados que asumen su sexualidad como una experimentación más. Se descubren y en ese afán pueden llegar a ser híbridos y heterocuriosos.
Se mueven en un circuito compuesto por clubes como La Berenjena de Agustinas, el Teatro Novedades en el barrio Brasil, el Cine Normandie del centro de Santiago, El Iluminati de Antonia López de Bello, el Bal Le Duc de Irarrázaval y los after clandestinos de Providencia, Ñuñoa y Bellavista.
Se denominan generación pitillo (GP) por algo tan simple como usar pantalones muy ajustados, de preferencia jeans, tendencia impuesta en Europa y que llegó a Chile este año a las multitiendas. Los jeans pitillos están de moda, una pelolais puede ponérselos e imitar a Kate Moss y verse guapísima, pero no por eso pertenecerá al club GP.
Constanza Toledo de 20 años, estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad Central, confirma que “tener contenido es lo que las diferencia de las pokemonas y pelolais”. Ellas y ellos están marcados por el punk y el beatnik, escuchan a Gepe y grupos como Compiusters, Vazcular, DJ de mentira, Diosque, Fran Valenzuela.
Los pitillos adoptaron esta forma delgada de la prenda a “sus contenidos”. En su mayoría son universitarios o cursan cuarto medio, aunque un treinteañero también puede encajar en el grupo. De hecho, los heterocuriosos, preocupados de su estética y de generar sus proyectos, también serían parte de la GP.
Experimentan con sus pelos. Las mujeres en general lo llevan muy corto o intervenido con una onda muy punky, los hombres pueden usar rastas, mezcladas con mechones desprendidos más cortos o más largos. El estilo Elvis con jopo se repite en algunos representantes, hombres y mujeres. Hablan bajito. Se ríen poco. Son súper observadores. Y se muestran tímidos.
Desde un concepto estético, elaborado con piercing, cadenas, ropa muy ajustada, emergen diversos discursos como el de Constanza: “Me crié en colegio de monjas y ellas me echaron por el tema lésbico. Eso fue en segundo medio. Yo siempre tuve buenas notas, y me expulsaron porque simplemente no había llevado el cuaderno de religión. Desde entonces me vino un rechazo hacia la iglesia. Me acuerdo que tuve una profesora en básica que nos llevó a todas al baño con un espejo para que conociéramos nuestra vagina. Nos dijo éste es el clítoris y cuando lleguen a sus casas, tóquense. Quedó la escoba porque en el colegio pensaron que era una Paul Schaffer y también la echaron. Mi idea es cómo puedo ayudar a que niñas igual que yo, no sean discriminadas por ser lesbianas”, explica Constanza.
Desprejuiciados y transversales
Marcelo Buscaglia, productor musical del Club La Berenjena, asegura que los GP son “desprejuiciados” en todas las áreas, desde la sexual hasta y especialmente lo musical. “Son tipos que de alguna manera a través de sus proyectos les interesa progresar. Son sumamente estudiosos y trabajadores, navegan investigan todo el día, tienen una vida con desafíos personales y grupales y para lograrlos no tienen ningún problema en la incorporación de marcas en sus vidas. Puma, Adidas, Likuid, Absolut apoyan sus proyectos”, agrega.
Es la generación del MySpace, del OINK, del Youtube, del messenger. Visitan los mercados mundiales de una manera más integrada y si sus padres tienen poder adquisitivo pueden visitar Nueva York y reconocer los códigos culturales fácilmente. No hacen lo que hizo la generación DJ, que fue a Barcelona y volvió como fetiche del primer mundo participando de un concepto que no les pertenecía. Esta generación integra los contenidos de afuera con la realidad nacional y las personales. Les tocó una instancia desesperanzada en el sentido de que vieron que la transición democrática fracasó en sus narices. No creen en las promesas y saben que ellos mismos son los encargados de construir su futuro. Son talentosos y están conscientes de las condiciones en que desarrollan sus vidas diariamente y además son socialmente transversales. Hacen música en sus computadores, se empeñan en sacar adelante sus ideas. Y es desde este punto de vista donde el movimiento indie los aglutina como realizadores y espectadores. Ningún pitillo puede desconocer lo que es Super 45, productora que difunde las bandas nacionales alternativas.
Javiera Mena, la cantante referente de esa escena musical, lanzó su primer disco “Esquemas juveniles”. Empezó a hacer música en tercero medio cuando sus padres le regalaron un computador. “Era el PC de la familia y hasta lo llevé a tocar en vivo. Soy independiente porque, a nivel de sellos discográficos, todo es súper mafioso y a nivel político el triple. He postulado a dos Fondart y no me lo he ganado, pero es porque tengo la culpa de que lo redacté yo misma, lo ideal es que te lo haga un abogado”, advierte esta chica de melena.
Sin embargo, para Marcelo Buscaglia, los Fondart son sólo para los perdedores. “Si eres un loser y no puedes generar tus proyectos, pídete un Fondart, pero somos independientes y las cosas se hacen sí o sí”, dice.
Antro del pitillo
Martín Villarroel (24) trabaja en el subterráneo de Lastarria 55, en la tienda Babalú Hecho en Chile donde vende ropa pitillezca. Su look es una preocupación permanente: “desde los 11 años me gustaba elegir mi ropa, siempre interviniéndola”. Para él vestir tiene una consecuencia de cómo piensas y cómo te proyectas. “Quiero dedicarme a diseñar ropa de hombre porque considero que acá hay muy poca variedad. No hay calces a la medida, las tallas siempre son muy grandes y los pantalones clásicos”, dice Martín. Su historia está marcada por su definición sexual y su antes y después fue precisamente cuando asumió que era gay.
Para Constanza en el tema de pareja lo más importante es el sexo. “Las relaciones sexuales entre mujeres son jodidas sobretodo las primeras veces porque es como verse de frente. Las mujeres tenemos todo un cuento, nos gusta que nos miren, que nos abracen, que nos hablen, que nos hagan cariño y después viene el sexo. El hombre te agarra una pechuga, te abre las piernas y listo. Más encima después te pregunta ¿cómo estuvo? No saben que a sus pololas les gusta más un beso en el cuello que en el pie y cuando aprenden ya es muy tarde. Eso es típico del hombre hétero animal. En mi caso no tengo rollos en tener parejas minas, pero ¿qué va a pasar en mi vida después? A los 20 es entretenida, pero cuando me toque pelear va a ser distinto. Para mí el amor es algo abstracto, por lo tanto no lo puedo controlar y si mañana me voy a Japón y conozco a un tipo capaz que tenga hijos. Ahora cómo miraré la historia pasada que tengo, no lo sé”.
Fuente: LND