Matrimonio Homosexual por Pablo Simonetti
9/07/2005
"el problema no es ser mapuche, sino racista; no es ser mujer, sino machista; no es ser homosexual sino homofóbico". Como corolario podría agregar: el problema no es tener padres homosexuales, sino homofóbicos.
Por Pablo Simonetti ( Opusgay.cl)
Motivado por los emplazamientos a Michelle Bachelet, me voy a referir al derecho de una pareja del mismo sexo a formar un hogar. Las parejas heterosexuales adquieren este derecho a través de la ley de matrimonio civil, la cual les acarrea una gran cantidad de beneficios legales. En Estados Unidos estos últimos alcanzan la suma de 1.100, repartidos en diversos cuerpos legislativos. En Chile todavía no se ha hecho la cuenta, pero no debemos andar lejos.
Durante un tiempo consideré que aspirar al matrimonio civil era humillante: significaba pedir la bendición de una institución de herencia religiosa, ostensiblemente dogmática y discriminatoria. Pero he cambiado de opinión.
Todos los chilenos adultos y solteros deben tener acceso a los beneficios que el Estado dispone en patrocinio de la familia, independiente de las particularidades de la pareja. Se trata de individuos iguales ante la ley y que pagan los mismos impuestos.
Este argumento derrumbó la prohibición de los matrimonios interraciales en EEUU. Desde esta perspectiva, una ley de unión civil supondría crear hogares de segunda categoría, los cuales nunca alcanzarían el grado de protección y reconocimiento que otorga el Estado a los hogares regidos por el matrimonio civil. No es sensato limitar las demandas a sólo la posibilidad de compartir bienes, seguros de salud y derechos de herencia. Los ciudadanos homosexuales han ser parte de un nosotros pluralista, un nosotros que no puede ser sino inclusivo.
Creo estar en lo correcto al pensar que la mayor resistencia al matrimonio civil entre personas del mismo sexo corresponde a la crianza de hijos al interior de estos nuevos hogares. Para desterrar estos temores irracionales, basta observar que en la actualidad las familias están de hecho conformadas por las más diversas asociaciones humanas -menos de un 50% de los hogares chilenos son nucleares- y los estudios en torno a la familia indican que lo primordial es que un niño reciba amor y apoyo y no una entelequia de lo que "debe" ser una familia. Desde ya existe una gran cantidad de padres y madres homosexuales que brindan a sus hijos amor y atención -la doble maternidad lesbiana se da en los hechos-, demostrando que ser buen padre o buena madre nada tiene que ver con la orientación sexual.
En otro plano, la orientación sexual de los padres no influye en la de los hijos. Lo evidencia la mayoría de los homosexuales adultos que fueron educados en hogares homofóbicos y, más importante aún, en medio de una sociedad abrumadoramente heterosexual, y que a pesar de todo, son homosexuales. En cuanto al requisito de que exista una polaridad masculina-femenina a modo de propiciar una sicología sana en el niño, las Asociaciones Americanas (EEUU) de pediatría, psiquiatría, abogacía y sicología, entre una larga lista de agrupaciones gremiales, están a favor de la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Cuando se trata de un niño abandonado por sus padres biológicos -argumentan- una infancia feliz y una preparación adecuada para el desarrollo de una vida plena son propiciadas por otras virtudes humanas -no la orientación sexual-, las cuales son sujeto de cuidadoso examen al interior de los programas de adopción. Por último, quienes se oponen a este avance social en aras de proteger a los niños de la discriminación -un argumento por lo demás insidioso -, mediante su tibieza están refrendando al discriminador.
A modo de reflexión final: ¿Por qué los partidos políticos que se dicen progresistas no establecen un debate frontal ante los ataques de la derecha conservadora? Pareciera que la leyenda negra alimentada hasta hoy por las religiones semitas todavía pende sobre ellos. Estos partidos deberían hacer suya la defensa de la diversidad y usarla como una de sus banderas más distintivas. Como dijo Pedro Zerolo, oficial del Psoe que lideró el trabajo legislativo sobre esta materia en España, "el problema no es ser mapuche, sino racista; no es ser mujer, sino machista; no es ser homosexual sino homofóbico". Como corolario podría agregar: el problema no es tener padres homosexuales, sino homofóbicos.
Por Pablo Simonetti ( Opusgay.cl)
Motivado por los emplazamientos a Michelle Bachelet, me voy a referir al derecho de una pareja del mismo sexo a formar un hogar. Las parejas heterosexuales adquieren este derecho a través de la ley de matrimonio civil, la cual les acarrea una gran cantidad de beneficios legales. En Estados Unidos estos últimos alcanzan la suma de 1.100, repartidos en diversos cuerpos legislativos. En Chile todavía no se ha hecho la cuenta, pero no debemos andar lejos.
Durante un tiempo consideré que aspirar al matrimonio civil era humillante: significaba pedir la bendición de una institución de herencia religiosa, ostensiblemente dogmática y discriminatoria. Pero he cambiado de opinión.
Todos los chilenos adultos y solteros deben tener acceso a los beneficios que el Estado dispone en patrocinio de la familia, independiente de las particularidades de la pareja. Se trata de individuos iguales ante la ley y que pagan los mismos impuestos.
Este argumento derrumbó la prohibición de los matrimonios interraciales en EEUU. Desde esta perspectiva, una ley de unión civil supondría crear hogares de segunda categoría, los cuales nunca alcanzarían el grado de protección y reconocimiento que otorga el Estado a los hogares regidos por el matrimonio civil. No es sensato limitar las demandas a sólo la posibilidad de compartir bienes, seguros de salud y derechos de herencia. Los ciudadanos homosexuales han ser parte de un nosotros pluralista, un nosotros que no puede ser sino inclusivo.
Creo estar en lo correcto al pensar que la mayor resistencia al matrimonio civil entre personas del mismo sexo corresponde a la crianza de hijos al interior de estos nuevos hogares. Para desterrar estos temores irracionales, basta observar que en la actualidad las familias están de hecho conformadas por las más diversas asociaciones humanas -menos de un 50% de los hogares chilenos son nucleares- y los estudios en torno a la familia indican que lo primordial es que un niño reciba amor y apoyo y no una entelequia de lo que "debe" ser una familia. Desde ya existe una gran cantidad de padres y madres homosexuales que brindan a sus hijos amor y atención -la doble maternidad lesbiana se da en los hechos-, demostrando que ser buen padre o buena madre nada tiene que ver con la orientación sexual.
En otro plano, la orientación sexual de los padres no influye en la de los hijos. Lo evidencia la mayoría de los homosexuales adultos que fueron educados en hogares homofóbicos y, más importante aún, en medio de una sociedad abrumadoramente heterosexual, y que a pesar de todo, son homosexuales. En cuanto al requisito de que exista una polaridad masculina-femenina a modo de propiciar una sicología sana en el niño, las Asociaciones Americanas (EEUU) de pediatría, psiquiatría, abogacía y sicología, entre una larga lista de agrupaciones gremiales, están a favor de la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Cuando se trata de un niño abandonado por sus padres biológicos -argumentan- una infancia feliz y una preparación adecuada para el desarrollo de una vida plena son propiciadas por otras virtudes humanas -no la orientación sexual-, las cuales son sujeto de cuidadoso examen al interior de los programas de adopción. Por último, quienes se oponen a este avance social en aras de proteger a los niños de la discriminación -un argumento por lo demás insidioso -, mediante su tibieza están refrendando al discriminador.
A modo de reflexión final: ¿Por qué los partidos políticos que se dicen progresistas no establecen un debate frontal ante los ataques de la derecha conservadora? Pareciera que la leyenda negra alimentada hasta hoy por las religiones semitas todavía pende sobre ellos. Estos partidos deberían hacer suya la defensa de la diversidad y usarla como una de sus banderas más distintivas. Como dijo Pedro Zerolo, oficial del Psoe que lideró el trabajo legislativo sobre esta materia en España, "el problema no es ser mapuche, sino racista; no es ser mujer, sino machista; no es ser homosexual sino homofóbico". Como corolario podría agregar: el problema no es tener padres homosexuales, sino homofóbicos.
2 Comments:
Fué patético escuchar semanas atrás a Longueira tratando de desprestigiar a la Bachelet nombrando las cosas "malas" que habrían en su gobierno, y nombró al Matrimonio Homosexual entre ellas. Con la derecha no hay caso, con ese pensamiento no llegarán a ninguna parte. La verdad todo este tema de casarse y tener hijos a veces aburre un poco, como que todos opinan pero n ose llega a ninguna parte. Lo cierto es que de un lado legal es necesario. Por el otro lado no, si dos personas pueden vivir juntos y mantener el amor, no es necesaria una libreta. Nosotros hemos tocado estos temas en algunos posts por si les interesa leerlos.
Buena suerte
Alter & Ego
Buena suerte
Alter & Ego
El sábado conversábamos sobre la discusión que tuvo Villouta con Simonetti cuando lo invitó a "El Interruptor" cuando Villouta era pro-matrimonio y en ese momento Simonetti no lo encontraba necesario.
Justamente ahora último he pensado en porqué los partidos de la concertación no han levantado la voz en el tema, si tan progre se creen. A veces creo que es la pura pose, aún hay temor de proponer un cambio tan "transgresor"
Cariños
C.